viernes, 1 de octubre de 2010

Vida Nueva - Capítulo 3

CAPÍTULO 3

Media hora tardó en llegar a su destino. En la puerta había una mujer rubia y de piel blanquecina esperándole.

-          ¿El señor Alvar Ramírez?
-          Exacto, ¿y usted es…?
-          Me llamo Ana Mirabella, soy la que le ha llamado. Me gustaría que me acompañase

La siguió por una serie de pasillos hasta una cámara cerrada en la que hacia bastante frío dentro.

-          Esto parece un congelador – dijo Alvar al notar el contraste de temperatura.
-          Ahora mismo estamos a escasos doce grados centígrados. Es necesario para la conservación de los cadáveres en el estado de su defunción.

-          No lo sabía. Bueno, creo que ya va siendo hora de explicarme el motivo de mi visita.

-          Por supuesto. Venga conmigo.

Se acercaron a una mesa metálica en la que había un bulto tapado con una manta. La joven tiró de ella y apareció una imagen desagradable.

-          ¿Qué es eso? – Preguntó Alvar con una expresión de asco en la cara.

El cuerpo sin vida de Carlos Rodríguez yacía tumbado en aquella camilla, pero lo que había causado el desagrado de Alvar era una extraña mancha morada en la piel del hombre, cuyo centro estaba en el cuello y poseía una especie de costra roja.

-          No sabemos qué ha podido causar esa mancha en su piel.
-          ¿No sospecháis nada concreto?
-          En absoluto, pero eso no es todo. Esa mancha cada vez crece mas y exponencialmente. Por la mañana cuando lo examiné solo tenía la costra y un poquito de alrededor. Pero ahora ya ves como está, le llega al pecho y cubre parte de la cara.

-          Qué raro, ¿no? ¿Tenía algún tipo de enfermedad o algo que pueda ser causante de ello?

-          Nada, no se ha encontrado ninguna mención en su expediente medico. Pero en la sangre tenia un extraño componente que estamos analizando ahora mismo.

-          ¿Puede ser que sea el causante de… eso?
-          No estamos seguros, pero todo indica a que es lo mas probable, no existe otra explicación posible

Estuvo un tiempo mirando la desagradable mancha morada, similar a un moratón gigantesco. “¿En qué podría ayudarme en mi investigación?” se preguntó. No existía ningún signo de violencia y tampoco había ninguna pieza que encajara. “Además, ¿Qué será ese tatuaje que lleva?” Para un hombre como Carlos, un hombre aparentemente serio y respetable, un tatuaje tan extraño no tenía razón de ser, y menos cuando parecía haberse realizado hace poco.

Una idea se le pasó fugazmente por la cabeza: muchos asesinos dejan alguna especie de marca para que se sepa que han sido ellos, aunque mantengan su identidad en secreto. Podría estar ante un nuevo asesino en serie.

-          ¿Es posible saber cuando se hizo ese tatuaje? – preguntó con un atisbo de esperanza.

-          Con métodos científicos no, pero según como está yo diría que lo tiene desde hace 1 o 2 días.

-          ¿Cómo puede hacer esa afirmación?
-          Hace años una amiga mía se hizo un tatuaje, y la piel alrededor se puso rojiza aunque a los 2 días empezó a volver a la normalidad. A los 3 días ya no se notaba.

Se quedó un rato pensativo. La hipótesis del asesino en serie era completamente plausible.

-          Muchas gracias, cuando tenga nuevas noticias sobre ese “componente” de la sangre no dude en llamarme – extendió una tarjeta de visita – este es mi número de móvil.

-          Muchas gracias, tome el mío y eso haré. ¿Dónde va ahora? – preguntó mientras le entregaba un papelito con su número de teléfono apuntado.

-          Al cuartel de la policía, tengo una hipótesis y me gustaría comprobarla. La veré mas tarde, hasta luego.

Salió por la puerta y sintió el reconfortante calor del mundo exterior. Su estancia en el depósito de cadáveres no había sido muy apacible desde luego. “De todos los sitios a los que me habría gustado estar, ese no era uno de ellos” pensó irónicamente.

Llamó un taxi y mientras esperaba que llegase reordenó los datos que disponía

-          Un bosque perdido de la mano de Dios, esa extraña mancha y el tatuaje… parece una novela de misterio – dijo mientras esbozaba una sonrisa.

Llegó el taxi y paró enfrente de él. Entró en él y el conductor le preguntó.

-          ¿Hacia dónde?
-          El cuartel general de policía
-          Entendido

“Tengo una hipótesis que confirmar” se dijo para si mismo.

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