lunes, 25 de octubre de 2010

Vida Nueva - Capítulo 12


CAPÍTULO 12


El atardecer había caído y el bosque ya se divisaba a lo lejos. No sabían lo que les esperaba allí así que cuanto más se acercaban la tensión aumentaba y los nervios empezaban a pasar factura. Alvar y Rebeca no podían mantenerse quietos en los asientos y Fernando empezaba a reducir la velocidad conforme se iban acercando.

Al fin llegaron al límite del bosque y no encontraron ninguna pista que les indicara dónde debían dirigirse.

-          Nadie dijo que esto fuera a ser fácil – dijo Alvar – Tendremos que adentrarnos para encontrarle.

-          Sería mucho pedir que estuviese aquí, si – añadió Fernando – Pase lo que pase no debemos separarnos. Si estamos juntos podremos tardar más tiempo pero estaremos más seguros.

-          Tienes razón, vamos – dijo Rebeca adentrándose primera en el bosque.

Los dos la alcanzaron y siguieron intentando divisar algo entre la densidad de los árboles.

-          Estad atentos a cualquier sonido que surja – avisó Fernando – No podemos permitirnos el lujo de perder la concentración en ningún momento.

Ambos asintieron y siguieron avanzando. A medida que pasaba el tiempo la vista se iba acostumbrando a la creciente oscuridad. Era ya completamente de noche y los únicos sonidos que se escuchaban en el bosque eran los de las hojas secas que crujían al paso de los tres y el ulular de algún búho que salía a cazar. En una ocasión vieron una serpiente deslizándose cerca de ellos, pero ni rastro del misterioso asesino.

-          ¿Dónde puede haberse metido? – dijo Alvar.

-          Lo más probable es que esté aguardando a tendernos una emboscada, no debemos distraernos.

-          Esperad, ¿habéis oído eso? – interrumpió Fernando.

El silencio reinaba en el bosque, sin embargo había una atmósfera opresora que no anunciaba nada bueno. Se juntaron e instintivamente formaron un círculo. Al seguir sin escuchar nada siguieron caminando y adentrándose en el bosque buscando a aquel hombre.

-          No tengo ninguna pista de a dónde ha podido ir – comentó Fernando –. No estoy hecho para este tipo de cosas. Debe haber algún lugar concreto por aquí que explique la razón por la que todo sucede en este bosque.

No tuvo que pensar mucho, pues unos metros más adelante, en un claro del bosque Rebeca de repente pisó algo que sonó con un ruido metálico. La reacción instintiva de Alvar fue colocarse delante de ella y la de Fernando mirar alrededor. Sin embargo cuando dirigieron la vista hacia el suelo se encontraron con una anilla que estaba unida a una trampilla.

-          Un lugar oculto en el bosque, ¿eh? Me apuesto mi brazo derecho a que aquí tiene que haber algo – dijo Fernando.

-          Ciertamente es extraño, pero precisamente por ello este lugar puede ser peligroso. Debemos estar totalmente atentos – sugirió Alvar –. Entremos a ver qué se esconde.

Fernando tiró de la anilla hasta descubrir un angosto pasillo que se adentraba en la tierra. Rebeca encontró un interruptor en la pared y el camino se iluminó ante ellos, revelando una puerta al fondo del pasillo.

-          ¿Qué habrá tras la puerta? – preguntó Fernando.

-          Sólo hay una forma de averiguarlo – dijo Alvar mientras se dirigía hacia ella.

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