miércoles, 27 de octubre de 2010

Vida Nueva - Capítulo 13


CAPÍTULO 13


Tras el umbral encontraron lo que parecía haber sido un laboratorio con bastante tiempo sin usar. Se conservaba todo en buen estado excepto unas vitrinas de cristal al fondo de la sala que estaban hechas añicos. Los pedazos de cristal crujían al paso de las tres personas que caminaban observando atentamente alrededor.

Microscopios, tubos de ensayo, placas de vidrio, jeringuillas, pinzas, frascos pequeños con todo tipo de etiquetas y multitud de material para investigaciones biológicas se esparcía por la mesa y los estantes.

-          Un laboratorio subterráneo – susurró Alvar – ¿Qué puede que hagan aquí para tomarse todas estas molestias?

-          Pocas molestias se han tomado en ocultar esto cuando no nos hemos topado con ningún sistema de seguridad, hemos entrado como si nada – recalcó Rebeca.

-          Está en medio del bosque y hemos encontrado la trampilla de acceso por casualidad, podemos suponer que no lo estimaron oportuno – replicó Fernando.

-          En cualquier caso, sigo preguntándome qué es lo que harían aquí.

-          Pues teniendo en cuenta la situación, exactamente en este bosque, y la proximidad de los ataques, yo diría que estamos en el lugar de origen del bicho, o como queráis llamarlo, con el que han infectado a todos – razonó Rebeca–. Es más, si realmente aquí se ha creado este organismo, lo más probable es que consigamos encontrar algo que nos ayude a combatirlo.

-          Tienes razón. Alvar, vamos a buscar por todas partes. Mira en esas neveras si encuentras algo interesante. Rebeca, tú busca por las vitrinas. Yo iré a la parte de atrás a ver qué me encuentro.

-          Hecho.

Mientras Fernando desaparecía tras una de las esquinas, Alvar y Rebeca se dispusieron a buscar concienzudamente algo que pudiese serles de utilidad. En seguida lograron descubrir del primer vistazo algo sobre la mesa. Era una aguja de tatuar.

-          Creo que ya podemos deducir que los símbolos marcados eran tatuajes – dijo Alvar.

-          ¿Símbolos tatuados? ¿Cómo era más o menos?

-          Son bastante sencillos, estaban en el cuerpo de Carlos y de Irene, los que estuvieron más tiempo junto al asesino antes de ser localizados, ambos en este mismo bosque. Mostraban un ojo inscrito dentro de un rombo. Mira – dijo cogiendo un trozo de papel y un bolígrafo – era parecido a esto.

-          Estás perdiendo práctica, ¿eh? Antes se te daba mejor.

-          La verdad es que tienes razón, hace mucho que no he hecho un dibujo. Recuerdo que a ti te solían gustar.

-          De hecho, me dijiste que me regalarías el dibujo de ese puente cuando lo acabaras. ¿Qué fue de él?

-          La verdad es que… – hizo una pausa – lo tiré hace dos años. Cuando desapareciste de repente lo aparqué hasta que vi que nunca lo acabaría y acabó en la papelera.

Un silencio incómodo se apoderó del lugar. Habían tocado el tema del pasado y eso provocó una reacción de incomodidad en ambos.

-          Vaya, lo siento de verdad, nunca llegué a pensar que te fuera a afectar tanto…

-          Es que no entiendo aún por qué ni siquiera te llegaste a despedir. Ni siquiera mantuviste una forma de poder contactar contigo. La última vez que te vi fue cuando quedamos para tomar ese café y al día siguiente ya habías desaparecido.

-          Verás, ese día intentaba…

Pero se calló inmediatamente tras escuchar un grito de Fernando. Venía de las entrañas del laboratorio.

-          ¡Alvar, Rebeca, tenéis que venir aquí, esto es…!

Pero la voz se cortó tras escuchar un golpe.

-          ¡Salid de aquí! – gritó.

Y se escuchó el sonido de un disparo.

-          ¡Es Samuel! ¡Tenemos que salir rápido Alvar!

-          ¿Samuel? ¿Espera, sabes a quién estamos buscando?

-          ¡No hay tiempo para preguntas, corre!

Salieron apresuradamente del laboratorio como una exhalación y corrieron internándose en el bosque. Rebeca sacó su teléfono móvil e hizo una llamada pidiendo ayuda urgente.

-          Tenemos que encontrar el coche, ¿te acuerdas de por dónde hemos venido? – dijo Rebeca.

-          A duras penas consigo recordarlo, pero ahora ya no sé dónde estamos

-          Nos hemos perdido…

El oscuro bosque parecía aún más amenazador que cuando entraron por primera vez. La frondosidad impedía casi totalmente el paso de la luz entre las hojas de los árboles, y el hecho de que hubiese alguien persiguiéndoles con una pistola no tranquilizaba en absoluto.

Pero sin embargo Alvar tenía la mente en otra parte, a pesar de la gravedad de la situación. Todavía se encontraba en aquella cafetería cinco años atrás, sentado en una mesa charlando con la mujer que tenía a su lado una vez más. Y recordó lo que ocurrió ese día.

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