viernes, 15 de octubre de 2010

Vida Nueva - Capítulo 8


 CAPÍTULO 8
 

-         Esto empieza a ser preocupante, volvamos al depósito de cadáveres a ver si tienen alguna información sobre esto que nos pueda ser útil

-         Ya no puede ser coincidencia, esto tiene algo que ver y todavía no sabemos qué. Voy a llamar a la mujer que había allí.

Cogió su teléfono móvil y marcó el número que le había dado anteriormente. Una voz familiar le respondió.

-         ¿Alvar?
-         Si, soy yo. ¿Habéis averiguado algo?
-         Todavía no, pero queda muy poco ya. De momento a grosso modo parece ser un organismo que destruye los glóbulos rojos pero no puedo confirmártelo todavía.

-         Que extraño…
-         Lo sé, pero para un asesino sería algo bastante útil, ¿no?
-         Esa es otra cosa, posiblemente no esté buscando a ningún asesino, al menos conocido… ¿Recibiste a la otra víctima?

-         Si, y resulta que tiene el mismo organismo que la primera, es todo muy raro… además esa mancha morada avanza a pasos agigantados.

-         Pues hemos encontrado a la mujer que iba con él, y también tiene esa mancha morada bastante avanzada.

-         ¿También? Entonces creo que no puede ser simplemente casualidad. Pero bueno, eso ya me lo contarás mas tarde… tienes que venir rápido.

-         Ya estamos a punto de ponernos en camino, ¿Cuál es la razón de tanta urgencia?
-         Es la primera víctima, su mancha morada le ha cubierto casi por completo, solo le falta parte de la cabeza. Bastante extraño si recuerdas que el centro está en el cuello.

-         Pues si, es extraño.
-         Pero eso no es lo único. Puede que me esté volviendo paranoica por estar todo el día entre cadáveres, pero juraría que éste se ha movido.

-         ¿Movido dices?
-         Si, como si hubiera tenido algún espasmo, pero no estoy muy segura porque no lo he vuelto a ver…

-         Probablemente sean todo ilusiones. Bueno, ya me contarás todo allí, dentro de poco llegamos. Te cuelgo.

Colgó el teléfono. Una sensación incómoda le recorría el cuerpo. ¿Cómo podía ser que un muerto se pudiese mover?

-         Mira lo que he encontrado – le dijo Fernando mientras se guardaba el móvil en el bolsillo.

-         Sorpréndeme – respondió en tono irónico –.  Al menos más que con lo que me han dicho.

-         Mira que tatuaje tan extraño para una mujer tiene grabado en el costado. Parece muy reciente.

No podía ser, rápidamente miró donde le señalaba y, efectivamente, esa marca romboidal con un ojo en medio…

-         ¡Eso es lo que fui a buscar al cuartel de policía! – exclamó atónito.
-         ¿Si? ¿Y eso por qué? – preguntó.
-         La primera víctima también lo tenía, y pensé que sería de algún criminal en serie o una secta. Pero al final resultó que no había nada parecido y lo había descartado.

-         Pues después de todas estas coincidencias yo prefiero la teoría de que es un nuevo asesino en serie.

-         Yo también… Bueno, subamos al coche y vayamos rápido al depósito de cadáveres.

-         Primero metamos a esta en el maletero.
-         ¿Te das cuenta de que dicho así parece como si acabásemos de matar a alguien?
-         Pues sí, la verdad es que suena muy mal, jajaja.

Dejaron de reírse al poco tiempo al invadirles el sentimiento de culpabilidad por la desgraciada situación. Cuando terminaron de colocarla bien se subieron ambos al coche y arrancaron. Alvar dirigió una última mirada al bosque pensando que tendría que volver allí más tarde o más temprano y creyó distinguir la figura de una mujer que les observaba mientras se alejaban.

“Se parece mucho a… no, no puede ser” se dijo a si mismo. Tres muertos en un día debían haberle trastornado un poco, sencillamente no era posible que ELLA estuviera ahí.

-         Bueno, ¿me vas a contar que te ha dicho esa chica? – preguntó Fernando.
-         Si – respondió rompiendo su ensimismamiento – te lo cuento ahora por el camino.

Y siguieron rodando hacia su próximo destino.

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