miércoles, 29 de septiembre de 2010

Vida Nueva - Capítulo 2

CAPÍTULO 2

Siete de la mañana. Sonaba el despertador que anunciaba al hombre que había en la cama que debía despertarse. Un nuevo día comenzaba.

Alvar, un joven alto pero que parecía que había estado sin comer durante una semana apagó el maldito cacharro que no dejaba de sonar como un tiroteo matinal y se levantó de mala gana.

Empezó de nuevo su rutina diaria: se duchó, fue a desayunar con el albornoz puesto y después a lavarse los dientes y vestirse. Un día completamente normal.

-          Ojalá hoy en el bufete me asignen un caso algo más interesante que la última vez, Esos malditos viejos cascarrabias con dinero que prefieren sus mascotas a sus familiares... no me gustó nada tener que defenderlos.

Alvar trabajaba como abogado en un bufete del centro de Valladolid. Al principio pensaba que salvaría a inocentes acusados por asesinatos en unos juicios épicos… pero el tiempo y la experiencia le habían demostrado que eso sólo ocurría en las películas.

A cada caso que le asignaban, más absurdo le parecía todo. Desde hijos que demandaban a sus padres porque no les regalaban lo que querían hasta herencias multimillonarias legadas a simples animales de compañía.

Salió de casa y emprendió como siempre el trayecto que separaba su casa de la oficina. Tarareando una melodía inventada pasó el tiempo hasta que llegó a su destino.

Abrió la puerta, cogió aire y realizó el saludo rutinario a sus compañeros. Se metió en su despacho y se sentó en una cómoda silla.

Se giró hacia el escritorio y allí estaba: el sobre grande y amarillo que contenía su próximo caso bajo la identificación FSD-42. Rezó para que se tratase de algo interesante, lo abrió y se le cayó de las manos de la sorpresa.

-          ¡Un asesinato misterioso! ¡Por fin! –exclamó emocionado.

Siguió ojeando los datos del incidente: la víctima era un tal Carlos Rodríguez, una persona con grandes posibilidades de dirigir los equipos de investigación de una famosa compañía farmacéutica. “Posible venganza” pensó rápidamente.

No había ninguna prueba concluyente de una muerte por un arma, pues no se veía ningún indicio de ello. Tampoco se había encontrado nada en los alrededores que pudiese estar relacionado con su muerte y el informe de autopsia todavía no estaba confeccionado.

  - Vaya, habrá que esperar un poco para saber cuándo y por qué murió. Sin el informe de autopsia poco puedo saber acerca de todo esto.

Lugar donde se encontró el cadáver: un pequeño bosquecillo de la periferia de la ciudad.

-          ¿Quién seria capaz de estar andando a esas horas por ahí? – se preguntó Alvar – En la foto se ve terrorífico y eso que esta tomada a la luz del día, no me quiero ni imaginar cómo será por la noche…

Anotaciones: extraña marca en el costado de la victima, parece un tatuaje reciente.

Alvar observó la foto adjunta y se le revolvió el estómago. Un extraño símbolo con forma de rombo con un ojo en el medio estaba marcado en la piel de la victima.

-          Demasiado extraño que un hombre que parece que iba a hacerse con un cargo tan importante se hubiese hecho recientemente un tatuaje tan extraño – pensó Alvar– Podría tratarse de una secta… En fin, hasta que no llegue el informe de autopsia poco puedo hacer, supongo que llegará hoy antes de mediodía.

Encendió su ordenador y estuvo pensando en los datos que tenía. “Ciertamente es una muerte bastante misteriosa” pensó.

Mientras esperaba abrió el solitario de Windows y se puso a jugar durante un rato.

Una hora después llamaron a su teléfono móvil.

-          ¿El señor Ramírez? – preguntó una voz femenina.
-          Soy yo, ¿que ocurre?
-          Le llamo de la oficina del forense. ¿Es usted el que lleva el caso sobre la muerte del señor Carlos Rodríguez?
-          Así es, ¿han elaborado ya el informe de autopsia?
-          Si, pero creo que será mejor que venga usted, hay una cosa que debería ver.
-          ¿No pueden enviarme el informe por mensajero?
-          Insisto en que debería verlo usted mismo.

Alvar carraspeó un poco y al final contestó

-          Vale, voy ahora mismo.
-          Muchas gracias por su atención.

Y colgó el teléfono.

-          ¿Qué puede haber tan extraño para que tenga que ir a echarle un vistazo personalmente? – se preguntó Alvar.

Salio de su oficina y cogió el autobús al vuelo nada más pasar por su parada.

-          Pronto lo sabré – pensó para si mismo.

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