miércoles, 20 de octubre de 2010

Vida Nueva - Capítulo 10


CAPÍTULO 10


Fernando y Alvar cruzaron las puertas del depósito de cadáveres. Rápidamente fueron a avisar al primer encargado que vieron y le informaron de que traían otra víctima.

-          ¿¡Traen una mujer muerta en el maletero!? – preguntó horrorizado
-          Si, pero no arme mucho escándalo. De momento debe permanecer en secreto.
-          ¿Pero como no arme escándalo si ahora mismo puedo pensar cualquier cosa de vosotros dos? ¿Cómo se que no la matasteis vosotros, por ejemplo?

-          Está en su derecho de creer lo que quiera – respondió tajantemente Fernando – pero ahora necesitamos que nos ayude a trasladarla hasta el depósito.

-          Está bien, está bien – dijo con desgana – pero llamaré a la policía para que se enteren de todo esto y no creo que os vaya a…

-          Yo soy policía – le cortó de forma inesperada y enseñándole la placa – y te aseguro que la policía está al tanto de todo esto. ¿Nos va a ayudar o que?

-          Por supuesto – respondió sobresaltado al ver la placa – disculpe señor agente, pero debe reconocer que todo esto es muy inusual.

“No tanto como lo que llevamos encima” se dijo para sí Alvar mientras veía como los otros dos sacaban a la pobre mujer del maletero. Era cierto que su mancha morada había crecido desde la última vez y tampoco había pasado tanto tiempo. ¿Qué podría ser ese extraño componente de la sangre que causaba todo eso? No alcanzaba a vislumbrar la respuesta.

-          Se te ve agotado – dijo una mujer detrás de él.
-          ¡Ana! – dijo dando un respingo –. ¡No me des esos sustos que casi me matas!
-          Perdona – dijo entre risas - ¿Qué tal va la búsqueda?
-          Pues compruébalo tú misma – respondió mientras el encargado y Fernando entraban con el cadáver de la mujer por la puerta –. Como ya te dije, hemos encontrado a la mujer de la última víctima que te mandé.

-          También muerta… y con la mancha morada…
-          ¿Has encontrado algún tatuaje en la segunda víctima como el que tenía la primera?
-          No, no había nada parecido.
-          No le debió dar tiempo entonces, porque su mujer si que la tiene.
-          ¿También?
-          Si, parece ser que realmente sí que voy a estar buscando a un asesino en serie. Cambiando un poco de tema, ¿hay resultados de ese extraño componente?

-          Sí, de hecho los recibí en cuanto colgaste.
-          ¿Y qué pone?
-          Sigamos a estos dos hasta la cámara y te lo cuento allí.
-          ¿Con el frío que hace allí dentro? – No tenía ninguna gana de volver allí.
-          Eso es lo de menos, no seas quejica y vamos.

Avanzaron siguiendo los pasos de los dos hombres hasta la cámara en la que se dejaban los cadáveres. Ya habían colocado a la mujer en otra camilla. Alvar observó que Carlos estaba apartado al fondo de la sala mientras le recorría un escalofrío por la espalda al entrar.

-          ¿Qué hace allí? – preguntó mientras el encargado salía de la cámara.
-          Ya te he dicho que creo que en ocasiones se mueve, y me da mal rollo.
-          Pero si está muerto – dijo Fernando – ¿Cómo va a moverse un muerto? Es sencillamente imposible.

-          Tiene razón, puede que sean imaginaciones tuyas.
-          Eso espero… – dijo abatida Ana.
En esa cámara había algo que le incomodaba mucho. No sabía si era el frío, los cadáveres o una mezcla entre ambos, pero no le gustaba ni un ápice.

-          En fin, ¿que hay de esos resultados? – preguntó rápidamente para no tener que pensar en ello.

-          Un momento que llamo a Miguel – cogió su busca – ¿Miguel? Ven rápido a la cámara, necesitamos que nos cuentes todo sobre ese organismo. Gracias

-          ¿Quién es ese Miguel? – preguntó Alvar.
-          Es el que se ha encargado de analizar la muestra, el te dirá todo lo que hace esa cosa.

-          Entiendo… En fin, ¿se sabe algo de las dos últimas victimas?
-          La última que enviasteis se ha identificado como Pablo Gómez y si es cierto que esta última es su mujer debería ser Irene Bohórquez.

-          Pobres… tanta vida por delante y todo truncado por haber pasado cerca de ese maldito bosque – dijo Alvar apesadumbrado –. ¿Qué tendrían que hacer ahí?

-          Ni idea…

Un sentimiento de malestar se apoderó de los tres. Fernando optó por revisar los cadáveres de las otras dos víctimas. Se fijó en el de Pablo y vio como esa mancha morada iba tomando todo su cuerpo, al igual que la mujer que habían encontrado en el bosque. Después de eso pasó a ver horrorizado el cuerpo sin vida de Carlos: completamente morado excepto una pequeña región de la cabeza. Antes de que pudiese preguntarse que podía causar eso un hombre entró en la cámara. Tenía síntomas de agotamiento y su delgadez hacía que tuviese un aspecto débil. Se dirigió a Alvar.

-          Me llamo Miguel Sánchez, creo que mi amiga Ana te ha hablado de mí, ¿no es cierto?

-          Completamente – afirmó dándole la mano –. Eres el que ha estado todo el día investigando ese extraño componente de la sangre de estas victimas, ¿verdad?

-          ¡Ah! – suspiró – Mas que extraño yo lo llamaría… fascinante
-          ¿Fascinante dices? – replicó Fernando desde el fondo de la cámara – Eso tan “fascinante” ha causado ya tres muertes y Dios sabe cuántas más le quedan…

-          Por eso me parece fascinante, usado de una forma seria y responsable podría suponer un serio avance en la medicina actual.

Esa última afirmación los había dejado perplejos a todos. ¿Cómo podía ser que algo que puede llegar a matar fuese un avance de la medicina?

-          Explícate – dijo Ana – nosotros no te interrumpiremos.
-          Está bien, veamos… Empecemos por lo básico: nuestra sangre. Nuestro preciado líquido rojo está formado básicamente por leucocitos o glóbulos rojos como se los llama vulgarmente y entre otras muchas cosas también tiene anticuerpos. Pues bien, este “componente” es un organismo vivo que neutraliza a estos últimos dejándonos expuestos a todo tipo de agentes exteriores que puedan resultarnos perjudiciales para nuestra salud. Pero no sólo se conforma con eso, sino que forma un coágulo de sangre a la entrada de los pulmones que impide que nuestros leucocitos puedan portar oxígeno, necesario para que nuestros músculos puedan moverse. Ese coágulo se va haciendo cada vez más y más grande hasta que obstruye completamente la entrada de sangre en los pulmones. Y sin aire, estamos muertos. Pablo consiguió llegar a comisaría porque sus arterias y venas tienen una anchura excepcional, pero tarde o temprano tenía que morir.

Todos callaron durante unos instantes. Así que ese componente causaba la muerte al que lo recibía…

-          Interesante, la verdad. Pero sigo sin ver la utilidad que puede tener eso en medicina – comentó Fernando – si lo único que hace es eso no le veo nada de bueno.

-          Ahí es donde entra lo realmente fascinante de todo esto. Cuando Ana me dijo que creía haber visto que la primera víctima se movía pensé que se había vuelto majara, pero ahora realmente creo que lo vio de verdad. Me explico: todo tiene que ver con esa mancha morada que va creciendo por todo el cuerpo de la víctima. Eso es debido a que la sangre, a pesar de no llevar oxígeno, sigue circulando por el cuerpo gracias al desplazamiento del organismo por las venas y arterias. Gracias a este movimiento, el cuerpo aún es capaz de realizar las funciones vitales básicas. ¿Nunca os habéis preguntado por qué a las arterias las pintan rojas y a las venas de un color más azulado?

-          Pues la verdad es que no – reconoció Fernando – pero creo que era por algo relacionado con el aire, ¿no?

-          Exacto – afirmó Miguel – nuestras arterias son rojas porque son las que llevan el oxígeno a todo el cuerpo y las venas tienen un color azulado porque son las que regresan de haber llevado todo el oxígeno al cuerpo. ¿Habéis tenido alguna vez un reloj demasiado apretado? Si lo habéis hecho habréis visto cómo vuestra mano se tornaba de un color morado porque no llegaba sangre y por consecuente tampoco oxígeno. Esto es lo que pasa con las víctimas: la sangre sigue circulando por sus cuerpos pero no llega nada de oxígeno, lo que hace que el cuerpo se ponga morado progresivamente e impide que se pueda realizar ninguna acción.

-          ¡Pero entonces eso significa que están vivos! – exclamó Ana – ¡la sangre todavía fluye por su cuerpo, lo que significa que si se deshace ese coágulo podrían volver a la vida!

-          No es tan fácil – respondió Miguel –. Es cierto que el cuerpo todavía no está muerto, puesto que el virus se multiplica dentro del cuerpo a gran velocidad y hace las funciones del oxígeno, pero si se realiza una operación quirúrgica para deshacer ese coágulo no es seguro que se pudiese recuperar. Y aunque se recuperase lo más seguro es que poco tiempo después muriese al no tener anticuerpos que lo puedan defender de la cosa mas simple, como por ejemplo una infección causada por la herida de la operación

-          Vaya… Así que hace todo eso… si que es fascinante, si – dijo Alvar –. Pero lo que no entiendo todavía es quien…

De repente todo se quedó a oscuras, cesó el ruido de los ventiladores, todo estaba silencioso

-          ¿Puede ser esto un apagón? – inquirió Fernando.
-          Es posible, pero que raro, nunca hemos tenido un apagón – dijo Ana.
-          Espera, ¿qué ha sido eso? – dijo Miguel al escuchar un ruido.

Un grito de dolor inundó la cámara. Todos buscaban de dónde podía provenir pues había sonado muy cerca de ellos. La luz volvió a la cámara, todos se miraban extrañados. Ana se retorcía de dolor en el suelo y faltaban los cadáveres de las tres víctimas.

De repente una mujer entró repentinamente en la cámara.

-          No puede ser, llego demasiado tarde…

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