martes, 18 de enero de 2011

Vida Nueva - Capítulo 20


CAPÍTULO 20 

-          Está reaccionando. Pablo, ven a mirar.

Eran altas horas de la madrugada. El laboratorio estaba en uno de sus momentos de mayor actividad. Los cuatro que allí trabajaban se encontraban en aquel momento agolpados frente al microscopio electrónico viendo cómo unos organismos con forma de bacterias engullían a gran velocidad glóbulos rojos de una muestra de sangre colocada en un pequeño cristal.

-          Es demasiada velocidad, ¿no creéis?
-          Tienes razón Miguel, a esa velocidad de propagación no hay manera de controlarlo adecuadamente, tenemos que buscar otra solución.
-          Llevamos meses creando esto Irene, ¿ahora que lo tenemos vamos a echarnos para atrás?
-          No es echarse para atrás Carlos, es seguir adelante con el proyecto, cueste lo que cueste.
-          No podemos lanzar algo que no podemos controlar, sería un desastre. Tenemos que encontrar un antídoto para eso por si se nos va de las manos.
-          ¿Un antídoto Miguel? Precisamente desarrollamos esto para usarlo contra múltiples enfermedades.
-          Es precisamente por eso. Nosotros lo usaríamos para usarlo contra enfermedades, pero puede llegar a ser muy peligroso si no se controla y provocar una pandemia – dijo Carlos.

Los cuatro se miraron entre sí. No habían sopesado esa posibilidad, remota pero existente. Sería una irresponsabilidad flagrante publicar su hallazgo sin antes haber controlado numerosas pruebas con un porcentaje de éxito por encima del 98%.
-          De cualquier manera, debemos guardar el informe de lo que hemos conseguido hoy. Parece que ya funciona perfectamente, tan sólo nos queda controlarlo.
-          Ya nos queda poco para terminar, este puede ser un gran hallazgo.


Rebeca apartó la mirada de la pantalla al finalizar el vídeo. Atónita ante lo que acababa de ver, tuvo que ordenar los hechos de la noche una vez más.

-          Tres de los cuatro científicos que has visto en esta grabación de hace 27 días son las víctimas misteriosas que han aparecido hoy. El cuarto es el que viste en el depósito de cadáveres.
-          Entonces él es nuestro máximo sospechoso entonces, ¿no?
-          Exacto. Miguel Sánchez es el único que queda con vida, extraña casualidad. Creemos que él contrató a Samuel para deshacerse de sus compañeros y apropiarse del virus para venderlo en el mercado negro. Es la hipótesis más plausible que manejamos.

Rebeca no se lo podía creer. Si Miguel en realidad era el que había ordenado todos los acontecimientos de aquella noche entonces Ana seguramente ya no podía contarlo, y si encontró a Alvar él tampoco.

Sin embargo todavía había algo que se la escapaba, un detalle que no encajaba con todo el caso y que la inquietaba profundamente.

-          Si todo esto es cierto, el virus se creó en la clandestinidad.
-          Así es.
-          Entonces… ¿cómo es que poseemos esta grabación? Y eso no es lo único que no me cuadra. He podido comprobar durante la operación que estaba sola en el caso, únicamente bajo tu supervisión. Creo que hay algo más que no me has contado todavía y creo saber de qué se trata.

Estas palabras las lanzó como un dardo envenenado e hicieron que su jefe se sentase de nuevo en su escritorio. Tenía un ligero atisbo de nerviosismo, pero Rebeca se fijó en ello y confirmó sus sospechas. Estaba metida en la boca del lobo.

-          ¿A qué te refieres?
-          Me parece muy extraño lo que habías comentado antes. De repente despliegas personal en el bosque en búsqueda de Alvar y tratas de averiguar el paradero de Miguel. Creo que en realidad nadie sabe nada sobre este caso, y tratas de encontrarles por una razón.

Unos breves instantes de silencio inundaron la sala mientras la tensión se respiraba en el ambiente.

-          Veo que has llegado demasiado lejos. Te pago para que hagas el trabajo que te ha sido encomendado, nada más. El resto no es asunto tuyo. Has pensado demasiado y puede que te hagas a la idea de qué ocurre en realidad, así que – abrió el cajón del escritorio tras un suspiro – creo que ya no haces más falta.

Sacó una pistola de 9mm con silenciador, preparada para la ocasión, y apuntó a Rebeca con ella.

-          No quería llegar a esto pero no me dejas otra alternativa.

En ese momento se abrió la puerta del despacho y dos agentes de policía irrumpieron en el despacho. Tras ellos, una persona se adentró en la sala.

-          Creo que sí que existe otra alternativa. Alejandro Torres, queda usted detenido.

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