lunes, 22 de noviembre de 2010

Vida Nueva - Capítulo 18

CAPÍTULO 18

-          ¡Doctor, está reaccionando!

Abrió los ojos y tras unos momentos en los que tan solo conseguía vislumbrar formas efímeras que no dejaban de moverse y ruidos inconexos, empezó a tener consciencia de la situación en la que estaba.

Una serie de imágenes vinieron a su cabeza: un hombre armado, un disparo, sangre…

-          ¿Se encuentra bien?

Contorneó los ojos y su visión comenzó a ganar en nitidez y una persona con vestimenta de médico se materializó en frente. De pronto su cuerpo comenzó a ganar consciencia de sí mismo y un ligero dolor en el costado hizo acto de presencia.

-          Creo que sí – dijo Rebeca –. ¿Dónde estoy? ¿Qué ha pasado?

-          Tuviste suerte. Te dispararon, pero no llegó más allá de una herida superficial, no ha afectado a ningún órgano interno.

De repente todo comenzó a recomponerse. Samuel, el disparo, Alvar…

-          ¿Dónde está Alvar? – preguntó inmediatamente

Un silencio incómodo se hizo en la habitación.

-          ¿Quién es Alvar?

No sabían nada sobre él. Rebeca empezó a pensar todo tipo de posibilidades: desde que se hubiera salvado a que hubiese muerto. El abanico era tan amplio que no sabía en qué pensar. Era un abogado, no estaba acostumbrado a lidiar con asuntos como ese, por lo que se temió lo peor.

-          ¿No se encontró a nadie cerca de donde estaba?

-          Se llegó a encontrar a una persona muerta, pero se identificó rápidamente como Samuel Ordoñez. Presuntamente murió debido a un disparo en la cabeza, pero están haciendo la autopsia aún para verificarlo.

Samuel estaba muerto, eso significaba claramente que Alvar había logrado escapar o incluso haberle matado.

-          Ese Alvar que mencionabas antes… ¿fue el que te disparó?

-          No, no. Fue Samuel. Precisamente cuando perdí el conocimiento le estaba apuntando a él, pero ahora me dices que Samuel murió… no se qué pensar.

¿Habría sido capaz Alvar de matar a Samuel? Si lo hubiera hecho estaba metido en un buen lío, por eso probablemente había desaparecido. Aunque también podía ser que hubiese una tercera persona implicada. Si no le habían encontrado y no sabían nada de él, probablemente alguien había intervenido en la escena. Alguien a quien ella misma llamó justo antes de todos los acontecimientos.

-          En cualquier caso, intenta incorporarte. Deberías poder moverte perfectamente. Si te encuentras bien te damos el alta hoy mismo.

Rebeca se sentó al borde de la cama y comprobó que exceptuando las pequeñas punzadas de dolor en el costado se encontraba perfectamente.

-          Creo que estoy bien – dijo.

-          Bien, pues puedes marchar ya mismo. Tus pertenencias están en la mesilla.

-          Muchas gracias.

Se levantó de la cama y el médico abandonó la sala. Se fijó que su teléfono móvil tenía un mensaje recibido de un número que conocía bien.

“Todavía queda un cabo por atar. Preséntate en mi despacho inmediatamente”

Un cabo por atar. Lo escueto del mensaje la intrigó, pero sabía que tenía que ir a ver al jefe si quería respuestas sobre lo que había pasado aquella noche. Así que partió inmediatamente hacia allá, no sin antes pasar por casa para cambiar su ropa ensangrentada.

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