Viajando en una enorme Renault Espace, con un GPS que confundía más que ayudaba (nunca conseguía llevarnos bien a la casa rural en la que nos alojábamos, muy bonita por cierto), y saliendo de Valladolid, recorrimos alrededor de 2500 kilómetros (1000 de ida y vuelta) visitando castillos, castillos y más castillos, con una parada en Futuroscope al principio también.
La verdad es que ha sido un viaje fascinante, aunque quizá he tenido el problema de que he tenido que ver mucho en poco tiempo, del orden de 3 castillos al día o así, por lo que si, he visto muchos, pero pocos he podido verlos en profundidad. Me hubiese gustado detenerme a admirar cada detalle de Chambord, pasear por los bosques de Chenonceau o admirar la belleza geométrica de los jardines de Villandry, pero no ha podido ser.
He de decir que de todos los que fuimos, el que más ganas tenía era yo. Desde pequeño siempre me ha gustado "ir a ver piedras", de hecho tengo una colección de reproducciones de monumentos bastante extensa, puede que algún día hable de ella. También mi carrera me obliga a emocionarme más de lo que hacía antes pues ahora conoces cosas en las que antes nunca te fijarías (¿a qué persona normal le interesaría la entrada de luz en una escalera de caracol, por ejemplo?) y cuando lo que visitas te lo han mencionado en clase (tan sólo Chambord esta vez) pues te hace una especial ilusión.
Empezamos sin embargo por Futuroscope. La verdad es que a mí me decepcionó un poco, no pasó de ser un complejo mal distribuido en el que proyectaban una serie de películas a ciertas horas, pocas cosas noté destacables más allá del diseño de los edificios y un par de atracciones (una de ellas un simulador, apoyándose en una película en IMAX 3D)
Antes de meternos en la odisea castilleril, visitamos la Abadía de Fontevraud, la típica que tiene un algo más grande de toda Francia (en realidad veas lo que veas siempre tendrá el X más grande de lo que sea, así que tampoco me sorprendió nada la denominación). Estaba bastante bien y empecé a sacar fotos a destajo de todo tipo de detalles: desde bóvedas hasta configuración de jardines o evacuación de humos de las cocinas (antiguas). No lo volví a repetir en todo el resto del viaje, aunque más que nada porque una abadía tiene una complejidad arquitectónica mucho mayor que un chateau, que tiene 4 cosas relevantes y el resto no importa demasiado.
El primer castillo que visité aumentó mi sensación de que quizá no iba a ser un viaje tan bueno como me esperaba. Ese castillo en realidad eran las ruinas del que fue el castillo de Chinon, que sinceramente no me emocionaron casi nada, para la primera toma de contacto no estuvo a la altura, quizá si nos lo hubiésemos saltado nos habría dado igual, aunque estuvo bien callejear por el pueblo. Después de Chinon fuimos a Ussé, castillo que se supone inspiró el relato de "La Bella Durmiente" y tiene escenografías sobre el cuento, pero parecía más el castillo de las interminables escaleras, no acababan nunca.
Tras un primer día que despertó en mi poco entusiasmo, los siguientes días estuvimos viendo sin descanso castillos y más castillos, a razón de entre 3 o 4 por día. Algunos son muy destacables pero otros eran completamente prescindibles en pos de una mayor profundización en los demás.
Así, quedé maravillado con la monumentalidad de Chambord, del que solo te dejaban visitar el cuerpo central y (como en muchos otros) había estancias que servían de exposiciones. Es el que más me gustó por lo bonito que es, por la escalera de caracol de doble rampa y por su cubierta transitable y que parece que es tan solo una planta mas pues siguen saliendo "casas" (en las que no te dejan entrar)
Otro castillo que me gustó mucho fue Cheverny, y justo por lo contrario que Chambord. Si éste es monumental y recargado, Cheverny es mas chiquitico y sereno. En él se basa el castillo de Moulinsart de Tintin. Tiene unos jardines bastante amplios pero por desgracia no vimos nada debido al tiempo.
Chenonceau es otro que está en mi lista de favoritos, aunque por desgracia tenían que estar de obras reparando toda la fachada, asi que nos enfrentamos a un inmenso andamio que cubría la totalidad de la fachada frontal con una tela que tenía una especie de foto de cómo era. Afortunadamente las fachadas laterales de la galería sobre el río no estaban cubiertas y se podían ver bien. También me gustaron mucho sus jardines, tanto los geométricos como los "bosques". Incluso había un laberinto, de nula dificultad, pero muy divertido para jugar (en el fondo soy un niño todavía...)
Pero en cuanto a jardines, ninguno comparado con los geométricos de Villandry (obviamente hablo de la zona del Loira, no me voy a meter en Vaux-le-Vicomte o Versalles). Eran preciosos, aunque no existía ningún punto desde el que poder dominarlos y tener una panorámica perfecta, lo más que se acercó fue desde una de las troneras de una torre del castillo. Eran dos tipos de jardín: los geométricos compuestos por 9 cuadrados bisimétricos y de baja altura; y "los otros" que ya no eran simétricos y llegaban a una altura media. Había una serie de 4 cuadrados que contaban la historia del amor, desde el amor juvenil, a las infidelidades y la destrucción de éste, bastante interesante si se conservara como fue planteado.
Del resto de cosas que vi poco más puedo comentar. La catedral de Tours, aún estando en obras, es impresionante por la vidriera continua que posee. Callejear por esa ciudad también es interesante, aunque ahí fue cuando descubrí que los jóvenes franceses son unos horterazas de cojones. Pleno centro de Francia, Abril... y todavía vi a un tío con el típico bañador de florecillas de Quicksilver, con los cordones por fuera...
Para acabar esto, os dejaré un pase de imágenes de los sitios que visité y, como regalo, todas las miniaturas de castillos que me llevé a casa (los coches ya los tenía) XD
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