miércoles, 14 de noviembre de 2012

Día de huelga

No hay nada como un día de hulga general para percatarte de que estás viviendo en un país de locos. Vivimos en una democracia en la que un partido político salió elegido por un programa electoral que no está cumpliendo, realizando unos recortes sociales que ellos consideran que nos llevan a salir de la crisis y lo que parece es que nos estamos hundiendo más aún. No voy a entrar a discutir qué es lo que se debería hacer porque no entiendo cómo funciona la economía. Se que hay que recortar gastos y que probablemente haya cosas que no se deban tocar tanto como pueden ser los sectores de sanidad y educación, pero del mismo modo que yo digo esto admitiendo que no tengo ni idea de economía y que es probable que me equivoque, el español medio directamente afirma que él sabría qué hacer y que las medidas que él considera oportunas con los mismos conocimientos de economía que yo son las que nos sacarán de la crisis y nos harán una superpotencia mundial.

Esta huelga ha servido para ver que aún no nos hemos separado del estigma de "las dos españas". Si bien no es lo mismo que en los tiempos de la guerra civil, sí que es cierto que en esta situación de crisis se genera una cierta crispación y la sociedad acrecenta esta división. Hoy he podido comprobar cómo puede variar el punto de vista según en qué bando estés hasta el punto de que ambas realidades se hacen difíciles de coexistir.

Por la parte de los huelguistas la historia era de una completa normalidad y tranquilidad, que ellos no hacen nada malo, que están para "informar" de que hay huelga pero de forma pacífica. Ellos son las víctimas: la policía se infiltra entre ellos para causar disturbios, muestran continuamente las fotos de cuando pasa algo contra ellos (habré visto un mínimo de 30 veces la foto del niño al que abrieron la cabeza), sobre todo cientos de fotos de policías (cuando no se puede fotografiar a un agente de la ley). Los que causan disturbios siempre son vándalos que se cuelan en las manifestaciones, nunca ellos, que sólo reciben porrazos de la policía. Hablan de que se mantienen encendidas farolas para enmascarar el bajón energético por las fábricas que no trabajan (sin tener en cuenta de que si no se "malgasta" esa energía puede llegar a haber graves problemas en el suministro eléctrico) y de que si no se hace huelga nos van a quitar todos los derechos. A partir de aquí ya empezamos a caer en palabras como "troika", "anticonstitucional", etc, mientras rodean el congreso de los diputados, algo altamente ilegal y peligroso, imaginaos que se hace eso para irrumpir dentro (que ya pensaron hacerlo) y cargarse a los diputados o dar un golpe de estado (alguno se alegraría y todo).

Por otro lado tenemos los no huelguistas, que consideran un atraso y una pérdida que no deberíamos asumir económicamente y tacha de vagos, irresponsables y de culpables de todos los problemas del país al "otro bando". Son los primeros en enterarse de que el piquete de tal sitio se ha cargado nosequé y que no son tolerantes con los que no quieren/pueden asumir la pérdida económica que supone no trabajar un día. Fotos de contenedores quemados, cajeros incendiados y establecimientos destrozados/saqueados inundan sus comentarios, y consideran que cualquier ataque policial  está justificado porque "algo habrán hecho para merecérselo". Defienden a capa y espada que la política actual es correcta (de nuevo con los mismos conocimientos de economía que yo) y que la culpa es de "los otros". También se ríen de la gente que sigue a esos sindicatos con líderes que llevan Rolex y se van de mariscadas eliminando cualquier tipo de credibilidad que puedan tener por ello, y diciendo que no son los más aptos para convocar una huelga (que me digan entonces quién la va a convocar).

Sin embargo existen cosas comunes a ambos grupos. La mejor de todas es las cifras. Todos hablan de ellas y pueden ocurrir cosas como que unos te digan que han asistido a una manifestación más gente de la que habita en una ciudad o que otros digan que nadie ha hecho huelga porque han visto todos los comercios de su calle abiertos. Por supuesto ninguno de los grupos es violento, todos son pacifistas y los malos son los otros, eso nunca cambiará.

Y mientras tanto yo me revuelvo en mi asiento, me rechinan los oídos y mi odio hacia el mundo crece porque nadie es capaz de escuchar al otro bando. Tan legítimo es el derecho de unos para hacer huelga como el de otros para pasar de ella e ir a su trabajo. Y lo mismo que un piquete (al que debería eliminarse la coletilla de "informativo", todo el mundo sabe que hay huelga) puede ponerse a la puerta de una empresa y hacer un pasillo a la gente que va al trabajo a ritmo de "esquirol esquirol", también debería saber que bloquear el paso u obligar a cerrar a los pequeños comerciantes. De hecho creo que hoy he comprendido cuál es el fin de este tipo de piquetes destructivos: que la gente que iba a ir a trabajar "por si acaso al jefe le parecía mal" no vaya "por si le destrozan el coche". Los piquetes estudiantiles que no dejan entrar a las facultades deberían eliminarse o tan solo impedir entrar al personal docente, que es el causante de que tengan que ir los alumnos.

Si alguien encuentra a un miembro que se dedica a romper cristales, en vez de seguir la corriente deberían no aislarlo, sino detenerlo y denunciar ante las autoridades. De este modo se podrían ahorrar tanto las historias de piquetes violentos y el que paguen justos por pecadores en las cargas policiales, y a muchos se les quitarían las ganas de causar disturbios con la "excusa" de la huelga o manifestación.

También se debería hacer un poco de autocrítica por ambos bandos y pensar que las cosas no son blanco o negro. Afirmaciones como "esto no es una democracia" (entonces no se qué son las elecciones) o que "si tienen mayoría absoluta pueden hacer lo que quieran" (que la tienen, pero debido a promesas electorales que no han cumplido, siempre culpa de "la herencia recibida") deberían mirarse con más detenimiento. Hay que cuidarse del conspiracionismo que dice que todo es culpa de la famosa troika y que las situaciones particulares son siempre culpa de estos y no de malas decisiones. Ni todos "hemos vivido por encima de nuestras posibilidades" ni "todos los políticos son unos chorizos". Es curioso sobre todo este último punto ya que mucha gente clama por una república. Quién quieren que les represente, ¿uno de esos políticos corruptos que tanto odian?

Los temas de política pueden dar de si para escribir libros, pero yo dejaré esto por hoy. Tan solo quiero hacer una última reflexión desde el genial refranero español: nos empeñamos mucho en ver la paja en el ojo ajeno pero no nos percatamos de la viga en el propio.

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